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viernes, 17 de agosto de 2018

¿Y si ya es demasiado tarde?


Para algunos optimistas la crisis económica que empezó a agitar fuertemente a la zona euro allá por 2007 en adelante ya ha pasado, para otros tantos algo más pesimistas seguimos aún aleteando para llegar a la orilla y salir de aquel pozo.
Sea cual sea la postura de cada una de las personas que lee estas líneas en el blog de un ingeniero cualquiera lo que uno no puede hacer es taparse los ojos ante lo evidente, y lo evidente son siempre las cifras, los números no engañan, engañan quienes los muestran a la sociedad, pero los números son siempre los que son, por mucho que os quieran hacer ver, aquí y en Australia dos más dos siguen siendo cuatro.

Y son precisamente los números los que dicen que arrastramos un déficit en inversión en mantenimiento y conservación de infraestructuras públicas que ha pasado ya de ser alarmante a ser catastrófico. Hace un par de días leí a alguno de los excelentes profesionales con los que me “codeo” en las redes algo así como “Pero, ¿quién va a invertir en conservación si una obra de conservación no se puede inaugurar?”

Será eso, que la conservación de infraestructuras no vende tanto como la construcción de ellas, porque decir “Hemos invertido 400.000 € en subsanar deficiencias reseñables en los firmes de las carreteras provinciales” nunca venderá igual que “Hemos construido este auditorio con lo último en tecnología por tan solo 2.000.000 € porque creemos que los pueblos de 800 habitantes también se merecen lo mejor”



Y yo les lanzo la siguiente cuestión: ¿Qué es para ustedes lo más importante?
Las tragedias acontecidas en Vigo o en Génova son fruto de la autentica dejadez que existe por parte de las administraciones pública en la conservación de las infraestructuras, porque lo que vende es hacerlas y no conservarlas, porque la foto se la hace el político de turno cuando se inaugura la obra pero el marrón en el déficit de conservación se lo va a comer quien esté en el sillón dentro de 40 años, y como probablemente no sean la misma persona pues ¿para qué preocuparse entonces? Y así con todo.

No nos damos cuenta de que en la vida cualquier cosa necesita un mantenimiento, y que las infraestructuras son de todos y para todos, y que es muy triste que 40,50 o 60 personas pierdan la vida porque hubo gente que creyó que era más bonito cortar cintas inaugurales que destinar dinero a hacer un estudio a una obra antigua para ver sus deficiencias.
Llevamos tiempo, mucho tiempo, advirtiendo y haciendo ver que la situación es insostenible en nuestro país, que si no han pasado cosas graves aún nos estamos cruzando de brazos esperando a que pasen. Que ojalá no, pero…. ¿Y si ya es demasiado tarde?

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