Son numerosos los casos de
corrupción política (por desgracia muchos aún sin destaparse) relacionados con
las grandes obras faraónicas que se han llevado a cabo en España.
Cuando hablamos de corrupción
entendemos como tal la actividad delictiva mediante la cual alguien obtiene un
beneficio saltándose las leyes o normas establecidas. Para la RAE la corrupción
se define (entre otras acepciones) como:
“En las organizaciones,
especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las
funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus
gestores.”
Cabe destacar aquí tres palabras
principalmente: PÚBLICAS, MEDIOS y GESTORES. En base a estas tres palabras
puede explicarse el hecho de que la corrupción tenga en la obra pública su “Paraíso”.
Es cierto que la obra pública,
las infraestructuras, etc. no son las mayores partidas en los presupuestos
generales de un país o de una administración territorial ya que sectores como
la sanidad, la educación o el bienestar social tienen mucho más peso (como es
lógico) en estos presupuestos.
Entonces, ¿Por qué la obra
pública?
Si nos damos cuenta de cómo se
trabaja en los distintos sectores de la población tenemos que los profesores,
los médicos o los enfermeros, los administrativos públicos y un sinfín más de
puestos (MEDIOS) trabajan directamente para organismos públicos, en su nómina
aparece el sello, la firma o la rúbrica de organizaciones totalmente pública.
Es decir, es la administración la que paga directamente (mediante sus servicios
y áreas específicos) a los trabajadores.
En la obra civil la tónica
general es distinta, la administración no suele disponer de MEDIOS propios para
acometer las grandes obras PÚBLICAS o proyectos por lo que necesita de alguien que,
si los tenga, pagando a este por la utilización de sus MEDIOS y sus servicios.
Entra así en escena la contratación, mediante concurso público u otros métodos establecidos
en la ley de contratos del sector público, de las empresas constructoras. Ahora
el sueldo de un trabajador no pasa directamente de la administración a este ya
que trabaja para una empresa privada (constructora) y es el sello de esta
última el que aparece en la nómina del trabajador en cuestión.
Lo que quiere explicarse con esto
es que en las obras PÚBLICAS el dinero pasa por bastantes más “manos” que en
otros servicios públicos. Siendo el resultado de todos, sean de la índole que
sean, para uso común y público.
Es así como un GESTOR público
tiene más facilidad de “enredar” y “distraer” el dinero en un contrato con una
empresa privada (que también sale por supuesto beneficiada)
Llegamos así a la conclusión de
que la obra pública es el “paraíso” de la corruptela por excelencia porque
existe un descontrol más acusado de presupuestos, dinero y pagos. Hecho que
facilita que se pierdan unos cuantos miles de euros por el camino…miles de
euros que después tenemos que pagar entre todos.